Hijo de D. Gerónimo Costa y de doña Sabina Villagra, nace en Buenos Aires en 1808 o 1809. Con el grado de teniente, a las órdenes del coronel Olazábal combatió en la guerra con el Brasil, regresando a Buenos Aires con el grado de capitán. Por ser opositor a Lavalle, triunfante la sublevación unitaria, fue dado de baja en el ejército en diciembre de 1828. Nuevamente siguió a Olazábal que servía a Rosas. En 1831 combatió contra el General José María Paz, Jefe de la Liga Unitaria.
En 1833 acompañó a Rosas en la campaña del desierto. En 1835 Rosas lo nombró comandante de Martín García. En ese cargo lo halló la guerra con Francia y con Fructuoso Rivera aliado a los europeos. El 11 de octubre de 1838 después que Costa rechazó la orden de entregarla, el capitán de corbeta Hipólito Daguenet y su aliado oriental, atacaron y se adueñaron de la isla. Reconociendo el valor de Costa para defenderla, Daguenet reintegró las espadas a sus prisioneros, Costa y oficiales que lo acompañaban. El jefe francés en una nota enviada a Rosas el 14 de octubre de 1838, a bordo de la nave que lo condujo hasta Buenos Aires expreso su admiración por “…los talentos militares del bravo coronel Costa”, y por lo que calificaba de “increíble actividad…”.
Después Costa prestó servicio en el Fuerte Independencia de la Ensenada y en el ejército Federal que realizó la campaña contra Lavalle. Combatió en Cagancha, Don Cristóbal y Sauce Grande, y más tarde, en Quebracho Herrado, a las órdenes de Oribe. Finalizando la campaña contra la coalición del Norte, tomó parte de la batalla de Rodeo del Medio.
En 1842 intervino en Arroyo Grande y desde 1843 hasta 1851 actuó en el ejército sitiador de Montevideo. Cuando en octubre de 1851 se negoció la capitulación de Oribe ante Urquiza y sus aliados, Costa se negó a aceptarla, embarcándose para Buenos Aires el 7 de ese mes y año, ciudad en la que se presentó a Rosas.
Integrado a las fuerzas de Angel Pacheco, luchó en Caseros. Tras la derrota abordó el mismo barco en el que viajaron Rosas, su hija Manuelita y el general Pascual Changüe. Regresó a Buenos Aires en agosto de 1852, apoyando al federal Urquiza. El 31 de mayo de 1853, el Director provisional le extendió los despachos de coronel mayor.
Hacia principios de 1856 se produce, en la provincia de Buenos Aires, un levantamiento pro-urquicista liderado por los generales federales José María Flores y Jerónimo Costa, quienes se habían exiliado en la Banda Oriental del Uruguay. A fines de enero de 1856 Jerónimo Costa desembarca en Zárate con escasos efectivos federales. Sin posibilidad de dar batalla, por la desproporción de las fuerzas, Costa se acercó a Buenos Aires, con la esperanza de recibir refuerzos que le habían sido prometidos si se acercaba a la ciudad. Situación que no se produjo. Los ejércitos se encontraron en Villamayor, paraje del partido de La Matanza, donde los federales se rindieron, pero haciendo honor al nombre de la localidad, sus oficiales fueron lanceados, no quedando ningún federal con vida, excediéndose los términos del Acuerdo firmado por Obligado, Alsina y Mitre que exceptuaba de la pena máxima a la tropa. Regía ya la garantía constitucional.
El coronel Emilio Conesa tomó prisionero a Gerónimo Costa, y el 2 de febrero éste fue ejecutado por orden del gobierno. No hubo ni siquiera juicio sumarísimo: la pena de muerte había sido establecida por Decreto y antes de ser habidos los inculpados. Sarmiento se alegró por la cobarde matanza, y escribió desde El Nacional: “Han muerto o han sido fusilados, en el acto de ser aprehendidos, Bustos, Costa, Olmos. Trofeos la espada de Costa ruin y mohosa. El carnaval ha principado. Se acabó la mazorca”.
Sus restos pudieron recibir sepultura piadosa en el “Segundo Cementerio de Flores”, gracias a la directa actuación de Mercedes Rosas de Rivera, hermana de D. Juan Manuel de Rosas. Pasados 22 años, el 24 de febrero de 1877, los restos de Costa y de Bustos compañeros de causa, fueron trasladados al entonces cementerio “del Norte”, actual Recoleta por Lucio V. Mansilla.
La Constitución del año 1853 estableció en el papel la organización y constitución del país en la tan soñada unidad nacional. Sin embargo se siguió derramando sangre gaucha… y de la otra, en Buenos Aires, Cepeda, Pavón… hasta que en 1880 Buenos Aires se entregó al país, sujetándolo a su designio.
En 1833 acompañó a Rosas en la campaña del desierto. En 1835 Rosas lo nombró comandante de Martín García. En ese cargo lo halló la guerra con Francia y con Fructuoso Rivera aliado a los europeos. El 11 de octubre de 1838 después que Costa rechazó la orden de entregarla, el capitán de corbeta Hipólito Daguenet y su aliado oriental, atacaron y se adueñaron de la isla. Reconociendo el valor de Costa para defenderla, Daguenet reintegró las espadas a sus prisioneros, Costa y oficiales que lo acompañaban. El jefe francés en una nota enviada a Rosas el 14 de octubre de 1838, a bordo de la nave que lo condujo hasta Buenos Aires expreso su admiración por “…los talentos militares del bravo coronel Costa”, y por lo que calificaba de “increíble actividad…”.
Después Costa prestó servicio en el Fuerte Independencia de la Ensenada y en el ejército Federal que realizó la campaña contra Lavalle. Combatió en Cagancha, Don Cristóbal y Sauce Grande, y más tarde, en Quebracho Herrado, a las órdenes de Oribe. Finalizando la campaña contra la coalición del Norte, tomó parte de la batalla de Rodeo del Medio.
En 1842 intervino en Arroyo Grande y desde 1843 hasta 1851 actuó en el ejército sitiador de Montevideo. Cuando en octubre de 1851 se negoció la capitulación de Oribe ante Urquiza y sus aliados, Costa se negó a aceptarla, embarcándose para Buenos Aires el 7 de ese mes y año, ciudad en la que se presentó a Rosas.
Integrado a las fuerzas de Angel Pacheco, luchó en Caseros. Tras la derrota abordó el mismo barco en el que viajaron Rosas, su hija Manuelita y el general Pascual Changüe. Regresó a Buenos Aires en agosto de 1852, apoyando al federal Urquiza. El 31 de mayo de 1853, el Director provisional le extendió los despachos de coronel mayor.
Hacia principios de 1856 se produce, en la provincia de Buenos Aires, un levantamiento pro-urquicista liderado por los generales federales José María Flores y Jerónimo Costa, quienes se habían exiliado en la Banda Oriental del Uruguay. A fines de enero de 1856 Jerónimo Costa desembarca en Zárate con escasos efectivos federales. Sin posibilidad de dar batalla, por la desproporción de las fuerzas, Costa se acercó a Buenos Aires, con la esperanza de recibir refuerzos que le habían sido prometidos si se acercaba a la ciudad. Situación que no se produjo. Los ejércitos se encontraron en Villamayor, paraje del partido de La Matanza, donde los federales se rindieron, pero haciendo honor al nombre de la localidad, sus oficiales fueron lanceados, no quedando ningún federal con vida, excediéndose los términos del Acuerdo firmado por Obligado, Alsina y Mitre que exceptuaba de la pena máxima a la tropa. Regía ya la garantía constitucional.
El coronel Emilio Conesa tomó prisionero a Gerónimo Costa, y el 2 de febrero éste fue ejecutado por orden del gobierno. No hubo ni siquiera juicio sumarísimo: la pena de muerte había sido establecida por Decreto y antes de ser habidos los inculpados. Sarmiento se alegró por la cobarde matanza, y escribió desde El Nacional: “Han muerto o han sido fusilados, en el acto de ser aprehendidos, Bustos, Costa, Olmos. Trofeos la espada de Costa ruin y mohosa. El carnaval ha principado. Se acabó la mazorca”.
Sus restos pudieron recibir sepultura piadosa en el “Segundo Cementerio de Flores”, gracias a la directa actuación de Mercedes Rosas de Rivera, hermana de D. Juan Manuel de Rosas. Pasados 22 años, el 24 de febrero de 1877, los restos de Costa y de Bustos compañeros de causa, fueron trasladados al entonces cementerio “del Norte”, actual Recoleta por Lucio V. Mansilla.
La Constitución del año 1853 estableció en el papel la organización y constitución del país en la tan soñada unidad nacional. Sin embargo se siguió derramando sangre gaucha… y de la otra, en Buenos Aires, Cepeda, Pavón… hasta que en 1880 Buenos Aires se entregó al país, sujetándolo a su designio.
Fuente
Chávez,Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1972).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Jauretche, Arturo - Manual de zonceras argentinas, Buenos Aires (1983).
http://www.revisionistas.com.ar/