El martes 11 de octubre último, los Patricios
de Vuelta de Obligado (PVO) han vuelto a organizar y convocar su 6ta. Tertulia
Federal en el notable Bar “El Federal” de San Telmo. A diferencia de las ediciones anteriores, la
que estamos describiendo contó con tres invitados notables, a saber: el Dr.
Alberto Gelly Cantilo, el Prof. Oscar Denovi y el Lic. Miguel Ángel Lentino,
autoridades del prestigioso Instituto Nacional de Investigaciones Históricas
“Juan Manuel de Rosas” y de la Comisión Permanente de Homenaje a Facundo
Quiroga, ambas de Buenos Aires. También estuvo presente el coronel mayor Luis
Hilario Lagos, bisnieto del prócer.
Los tres expositores se encargaron, a lo
largo de la jornada, de contar la historia del Instituto Rosas, entidad que
nació el 8 de agosto de 1938 a instancias de la inquietud manifestada por
numerosos historiadores que, deseosos de empezar a mencionar la etapa suprimida
de la Confederación Argentina, decidieron erigir una institución que todavía
hoy sigue siendo ejemplar. En ese sentido, Gelly Cantilo comenzó
explicando a los contertulios que nada, ninguna motivación podía hacerse
efectiva en el campo de la revisión histórica sin contemplar la obra del Dr.
Adolfo Saldías, quien siendo funcionario de Mitre –éste, un enconado enemigo de
Rosas- no podía entender que al hablarse sobre historia argentina se omitiera
un período de casi treinta años, es decir, el período en que gobernó Juan
Manuel de Rosas.
De ese esfuerzo primitivo, el cual
consistió en consultar, primero, a los antiguos funcionarios del Restaurador de
las Leyes, y, más tarde, seguir los rastros de la documentación de su gobierno
que estaban en poder de su hija, doña Manuela Rosas Terrero, en Londres, es que
nace en nuestro país la corriente historiográfica del revisionismo histórico.
Vale decir, de un esfuerzo titánico hecho por Saldías que salió al cruce de
aquella historia cargada de figurines broncíneos, intocables, con que luego se
adoctrinó a los argentinos en las escuelas públicas a modo de invariable
meditación acerca de nuestro devenir. Adolfo Saldías, pues, como piedra
angular de todo lo que vino más tarde –continuaron diciendo Gelly Cantilo,
Denovi y Lentino-, permitió periódicas reacciones de escritores, historiadores,
políticos y abogados para la edición de publicaciones (libros, periódicos y
conferencias) a fin de esclarecer las conciencias nacionales. Primero fueron
Manuel Bilbao, el mismo José Hernández quien salió a revalorizar al “Chacho”
Peñaloza tras su bárbara ejecución, Vicente y Ernesto Quesada, y así hasta
llegar a una obra trascendental: Juan
Manuel de Rosas. Su Vida, su Dramas su Tiempo, escrita en 1930 por Carlos
Ibarguren. Y más adelante, los invitados a la Tertulia Federal mencionaron la
etapa de la institucionalización, es decir, la de comenzar a crear organismos
donde acudan esos intelectuales de fuste, mencionando al Centro de Estudios
Federalistas de Santa Fe en 1938 (existió hasta 1943) y el Instituto de
Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” en la fecha antes mencionada.
Al mencionar los nombres de quienes
pasaron a formar parte del Instituto Rosas y su Comisión Directiva, Gelly
Cantilo demostró a los asistentes la enorme trascendencia que le cupo al
organismo en sus casi 80 años de predicamento nacional. No se puede soslayar
los aportes que dio el Instituto Rosas a la fundamentación de nuestra
existencia, a la exacta apreciación de nuestro ser nacional, de su cultura y de
sus tradiciones, motivos más que suficientes para que los invitados señalaran
las dificultades y los escollos por los que tuvieron que pasar ante cada golpe
de Estado urdido a lo largo del siglo XX. Así, de resultas, tanto en 1955, como en
1966 y 1976, el Instituto Rosas debió mudar sus oficinas por temor a la
persecución político-ideológica a que estaba expuesta, pese a lo cual no menguó
el entusiasmo de los que redescubrían, merced a su actitud investigativa, las
verdaderas esencias de la argentinidad. No obstante, siempre se estuvo a un
paso de la disolución, algo que fue evitado por la tenacidad manifiesta de
algunos directivos, tal como ocurrió con Alberto Contreras quien “en una mesa del Café Tortoni hacía, durante
algún tiempo, las reuniones del Instituto Rosas. Es como si nosotros
estuviéramos acá (en “El Federal” de San Telmo) con una mesa. Acá todavía
estamos en un ámbito más reservado, ahí era una mesa más. Pero era una mesa
donde iba todo el mundo, y Contreras se quedaba horas y horas, y venía gente y
cambiaban. Entonces, el Instituto Rosas
era en ese momento la mesa del Tortoni. Este Contreras tenía en un maletín la ficha de
los socios y lo tenía que llevar así porque sino era un peligro el que se
descubra quiénes pertenecían al Instituto”, se explayó Gelly Cantilo
refiriéndose a la situación académica antes de 1983.
Finalmente, fue el brigadier French
quien reemplaza a Alberto Contreras “y
pide que el Instituto se organice mejor que como lo venía haciendo hasta
entonces”. Por eso “French alquila unas oficinas en la calle
Hipólito Yrigoyen 788, donde ahí empezó a funcionar el Instituto Rosas. Además
lo convierte en una asociación sin fines de lucro, porque hasta ese momento era
una simple asociación”, continuó diciendo Gelly Cantilo mientras
contertulios e invitados apuraban unas aceitunas y se servían apetitosas fetas de
queso roquefort. Los invitados ponderaron la figura de
Carlos French, “quien había sido edecán
del general Perón y su piloto personal, a la vez que agregado aeronáutico en
Inglaterra”, pero además porque fue quien logró organizar y levantar al
Instituto Rosas luego de tantas bofetadas y altibajos que tuvo a lo largo de
los años y las intervenciones que padeció. Presidió el Instituto por durante
diez años “donde hizo prácticamente de
todo”, acotaron los notables de esta sexta Tertulia Federal.
Uno de los asistentes a la Tertulia,
Gabriel Turone, acotó que “la mayoría de
las placas de bronce que uno ve colocadas en lugares históricos fueron muchas
del año 93 o 95 cuando estaba Carlos French. Me acuerdo de Las Higueritas,
donde fue el primer saladero de Rosas en Quilmes, en la Hacienda de Figueroa,
etc”, a lo que asintieron las tres personalidades que nos instruían con su
interesante relato. Y ya que se hablaba de placas, nos
recordaba Gelly Cantilo que “cuando se
crea el Instituto Rosas en 1938 lo primero que hacen es colocar placas en tres
lugares: una, en Navarro donde lo fusilaron a Dorrego; otra, en Martín García
como homenaje a Jerónimo Costa; y la tercera, como bien dice Oscar Denovi, en
la Vuelta de Obligado”. En aquella época “ir a Obligado ¡era una locura!”, agregó Denovi. Se recordó, también, lo conflictivo que
resultaba homenajear a los próceres federales desde la caída de Rosas y hasta
bien entrados los años 70 del siglo XX, por eso recordó Gelly Cantilo el
episodio donde simpatizantes y familiares de Rosas pretendieron homenajearlo a
su muerte, en 1877, haciendo una misa en la Catedral que por el enardecimiento
de los unitarios y liberales no se pudo concretar. Hecatombe que casi termina
con el derribamiento de la estatua que yace en la cúspide de la bóveda de Juan
Facundo Quiroga en La Recoleta.
Esto motivó, que la familia de Quiroga
colocase de forma vertical el ataúd del caudillo riojano para que, en caso de
una profanación, los profanadores no encontraran el cuerpo y lo hagan
desaparecer. “Fue por eso –decía Gelly
Cantilo-, que nosotros con Denovi bajamos una vez a la tumba; aparentemente
empezamos a buscar y resulta que no estaba el ataúd de Quiroga. Entonces
dijimos, ‘bueno, dónde puede estar, qué pasó’. Pensábamos que por ahí está
parado detrás de alguna de las cuatro paredes. Pero, claro, ¿cómo hacíamos?
Había que romper todo. Entonces, a Oscar (Denovi) se le ocurre ‘vamos a
conseguir un georadar’, que es un aparato con el cual se puede averiguar si hay
algún hueco detrás de una pared. Conseguimos en Energía Atómica el georadar y
empezamos a buscar, y, de repente, sonaba como un hueco. Y dijimos ‘bueno, será
acá’. Pero no podíamos romper la pared. Entonces pensamos que lo mejor sería
romper en la parte de arriba un pedacito para espiar, y efectivamente había un
hueco. Luego empezamos abajo, y había un hueco. Lo abrimos más y,
efectivamente, encontramos el ataúd que estaba de pie”.
El relato de este episodio, dio pie a
Miguel Lentino para explicar algunas otras situaciones que guardan relación con
el sepulcro de Juan Facundo Quiroga, algo que dio el marco ideal para que los
PVO, a través de Oscar Turone, su Secretario, le donaran a la Comisión
Permanente de Homenaje a Facundo Quiroga una réplica de la bandera con la
leyenda “Religión o Muerte” y las calaveras con las tibias cruzada que
enarbolara el caudillo riojano en la batalla de El Tala (1826).
La charla continuó con la recordación de
otros académicos que pasaron por el Instituto Rosas, tal el caso de Francisco
Hipólito Uzal, “que era radical, tenía un
comité radical y que fue diputado nacional en la época de Frondizi”, algo
que marca la pluralidad buena que tuvo el Instituto a lo largo de la historia en
pos de la clarificación histórica.
En un momento, el Cnl My (R) Luis
Hilario Lagos, que asistió a la Tertulia Federal, expresó que “yo creo que acá, en nuestro país, hay dos
instituciones u organizaciones, como ser el Instituto Rosas y los Patricios de
Vuelta de Obligado, que vienen desplegando una labor meritoria por la historia
y por el homenaje que hacen a personajes olvidados de ella, porque noto también
que así como se han logrado cosas, también la lucha fue aflojando y hoy se
encuentra prácticamente parado ese vigor”. Ese es el motivo de las
Tertulias Federales, volver a vernos las caras, opinar, observar nuestras
gestualidades, intercambiar pareceres, revivir la Patria Histórica.
Todos los contertulios le dedicaron un unánime
aplauso a los invitados notables que engalanaron esta nueva Tertulia Federal.
La trastienda, como siempre ocurre, abundó en pequeñas charlas cargadas de
comidillas que hacen a la delicia del curioso y furtivo enamorado de la historia,
ciencia que nos permite vislumbrar cuestiones elementales de nuestro ser, de
nuestro entorno y de nuestro fundamento aquí en la Tierra.