Casi en la esquina de Azul y Ramón
L. Falcón, en el barrio de Floresta, todavía existe el solar donde vivió y
murió el legendario payador Gabino Ezeiza, considerado por la crítica como uno
de los mejores trovadores criollos que ha dado el Plata en toda su historia. Sus últimos días los pasó postrado en su cama
luego que una fiebre que nunca pudo bajar lo trajo a mal traer después de tocar
una memorable payada en un teatro porteño.
En esa, su última actuación, brindó su arte totalmente afiebrado, pero
el moreno payador ni se inmutó por no fallar al público que había colmado aquel
espacio.
Falleció el 12 de octubre de 1916, un día
memorable para su amigo don Hipólito Yrigoyen, quien asumía como Presidente de
la Nación gracias a las reglas claras de la Ley Sáenz Peña que establecía, por
primera vez en la historia, el voto secreto, obligatorio y universal. El ocaso le sobrevino a Gabino en su morada
de Azul 92, sitio donde funciona desde hace años una panadería-confitería que
lleva por nombre Gran Gabino. Hasta hace cuatro o cinco años atrás, y detrás de
una de las vidrieras del local, se ubicaba una placa de bronce que rezaba: “Aquí vivió y murió Gabino Ezeiza – Homenaje de la Municipalidad de la Ciudad
de Buenos Aires”, la cual había sido removida y sin que se
supiese sobre su destino final. Sin
embargo, la memoria popular tenía preparada una justa reivindicación para el
insigne payador de Buenos Aires.
Así fue, que el lunes 10 de octubre de 1916, en
horas de la tarde, se realizó un merecidísimo homenaje a don Gabino Ezeiza en
el centenario de su física desaparición frente al domicilio legal donde
encontró la muerte. El acto estuvo
convocado por el Instituto Nacional Yrigoyeneano, el Museo de Arte Popular
“José Hernández” de Buenos Aires y por autoridades de la Comuna 10, que es,
justamente, la que tiene jurisdicción en Azul 92.
Desde las 14 horas, referentes de distintas agrupaciones y amantes de
la historia se dieron cita al lugar de la convocatoria, entre ellos la
reconocida historiadora Ema Cibotti, miembros de Patricios de Vuelta de
Obligado y Jóvenes Revisionistas –Oscar y Gabriel Turone, respectivamente,
quienes adhirieron al acto llevando una bandera de la ciudad uruguaya de
Paysandú, a la que Ezeiza dedicó una de sus piezas más importantes-, tres
gauchos ataviados como tales provenientes de la ciudad de Beriso (Juan Ángel
Lupac, Leonardo Suárez y Roger Suárez) y familiares del payador Ezeiza, como
ser sus nietos Claudio y Alcira Ezeiza, y sus bisnietos Nicolás y Natalia
Ezeiza.
Otras personalidades que se acercaron al acto
fueron Felicitas Luna, hija del recordado historiador y abogado Félix Luna,
creador de esa emblemática revista llamada Todo es Historia, quien
asistía en calidad de Directora del Museo de Arte Popular “José Hernández”, y
Diego Barovero, Vicepresidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano, ambos
promotores principales del homenaje.
Y mientras iba agolpándose la gente en Azul 92,
quien suscribe esta crónica pudo intercambiar algunas impresiones con Claudio
Ezeiza, abogado oriundo de Santa Teresita, Provincia de Buenos Aires, y que,
como es lógico suponer, lleva en sus genes el gusto payadoril. “Toco el bajo también”,
me dijo en un momento del diálogo, mientras se filtraba una pregunta que le
hacía alguien sobre el destino de la guitarra de su abuelo, don Gabino Ezeiza,
respondiendo que “una de las guitarras de
mi abuelo está en la Academia Nacional del Tango, que es supuestamente la que
le dio Pancho Luna” (1). Animado, me atreví a preguntarle si él, como
nieto de Gabino, tenía contacto con familiares de Nemesio Trejo y otros que
enfrentaron a su abuelo, a lo que me respondió que no, pero que estaría bueno
contactarlos a través de las redes sociales para organizar una futura reunión.
Entre tanto, todo aquel que cruzaba el umbral de
la panadería Gran Gabino podía observar algunas reliquias que, de modo
permanente, se van a exhibir en el interior de aquélla, como ser una fotografía
original de Ezeiza, una copia fiel del Acta de Bautismo de 1858 del eximio
payador, el Diploma de Honor que le otorgaron luego de haber vencido, tras
memorable payada, a Pablo Vázquez en noviembre de 1894 en Pergamino, y un
manuscrito original con la letra de Heroico Paysandú, entre varias
cosas más. Ese espacio con objetos
pertenecientes a Gabino Ezeiza, se completaba con un banner que
resumía, en grandes caracteres, la vida poética, payadoril y política del
genial moreno, lo mismo la placa patrimonial que será reubicada próximamente
dentro de la panificadora de la calle Azul.
Los oradores
El acto arrancó con un público expectante que
estaba conformado por unas 25 o 30 personas, y tuvo varios oradores, siendo el
primero de ellos Diego Barovero, quien destacó el compromiso político y musical
de Gabino Ezeiza. Allí dijo que “animado ya
con la guitarra, ya con el fusil, don Gabino siempre estuvo cerca de don
Leandro Alem y de Hipólito Yrigoyen”. En otro tramo de su oratoria, expresó: “Gabino Ezeiza no pudo ver a su líder asumir la presidencia en aquella
gloriosa jornada del 12 de octubre de 1916, aunque fue su intención hacerlo, y
ya enfermito quiso levantarse, vestirse y acercarse a la plaza de Mayo pero las
fuerzas no le dieron. Y sabemos por la
tradición oral que don Hipólito Yrigoyen tuvo un momento de desconcentración y
emoción antes de asumir cuando se enteró que había fallecido su amigo Gabino, y
dijo “Pobre
Gabino, él sirvió”. Hacía
alusión al servicio destacado y generoso a una causa que estaba llegando a su
triunfo en ese momento, que era el desafío de construir una República
Constitucional y Democrática”.
Luego tocó el turno a Felicitas Luna, quien se
refirió a Gabino Ezeiza como un “payador
importante para el país y para el barrio”, y aplicando un
revisionismo al que entiendo precioso y hasta de entrecasa, señaló que “al fallecer Gabino, el dueño del solar quiso, a su muerte y por
testamento, que se reconociera al lugar como aquél donde vivió el payador”,
por eso cuando se abrió una panadería en el sitio histórico se la denominó Gran
Gabino. Al mismo tiempo, Luna
agradeció a las autoridades de la Comuna 10 por la iniciativa, y resaltó la
importancia de la payada en el canto popular rioplatense, cuando dijo que “los payadores influenciaron a Edmundo Rivero, Osvaldo Pugliese y tantos
otros, a incluso a mi padre que fue letrista”.
Seguidamente hicieron uso de la palabra Leonardo
Farías, representante de la Comuna 10, y Claudio Ezeiza. Conmovido, este último
sostuvo que “es emocionante
transmitirle a mi hijo y a mi sobrina que acá, hace 100 años, vivió mi abuelo”. Más adelante, revalorizó el compromiso de los
payadores para decir lo que muchos callan, lo que significa, aún en el
presente, jugarse por ideales nobles y altruistas, por eso bregó para que “no desaparezca el arte payadoril”. De este modo concluía el acto y la dispersión
consecuente, aunque hubo tiempo para que un guitarrero, don Damián Libertario
Farías, entonara, ya en el interior de la panadería Gran Gabino, la
pieza Adiós a Gabino Ezeiza de Héctor Blomberg y Enrique Maciel. Y
mientras todo eso ocurría, los presentes pudieron degustar sándwiches de miga
elaborados en el local que las empleadas repartían para deleite general.
Cementerio
de Flores
Dos días después, el 12 de octubre, una
delegación de Patricios de Vuelta de Obligado se hizo presente en el Cementerio
de Flores, donde frente al nicho que guarda los restos de Gabino, se recordó el
centenario de su fallecimiento.
Al acto concurrieron, el Dr. Claudio Ezeiza
acompañado por su hijo Nicolás; Sabrina
Fendrik, bisnieta de Gabino; el Lic. Pablo Cirio; el Lic. Nengumbi Celestín
Sukama, fundador del Instituto Argentino para la Igualdad, Diversidad e Integración (IARPIDI); los payadores José Silvio Curbelo
Fernández, Juan Lalanne, David Tokar, Luis Genaro y Emanuel Gabotto; los
músicos Luis Blaugen-Ballin y Daniel
Medina, entre otros.
Gabino Ezeiza, payador del Plata: El pueblo no te
ha olvidado porque vivís en su alma y memoria, eternizado por el rasguear de
una bordona decidora y la vibrante pasión del compromiso permanente por las
manifestaciones e inquietudes populares.
Por Gabriel O. Turone
Referencia
(1) Pancho
Luna fue quien inició a Gabino Ezeiza en el género de la payada. Al igual que
su aprendiz, Luna era afroporteño.
¿Quién fue Gabino Ezeiza?