La hoy
llamada oficialmente "Torre Monumental" ubicada en Retiro no es otra
que aquella que siempre conocimos como "la Torre de los Ingleses", y
allí estuvimos el pasado viernes 12, para conocerla por dentro, respondiendo a
una más que gentil invitación del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de
nuestra ciudad, apersonándonos para ello presidente y secretario de los
Patricios de Vuelta de Obligado.
La fecha no
pudo ser más apropiada desde el punto de vista emotivo porque, como todos
sabemos, el 12 de agosto de 1806 quedó grabado en nuestra historia como el Día
de la Reconquista, jornada en que el pueblo de Buenos Aires expulsó a las
tropas inglesas que la habían ocupado, y así lo recordamos y celebramos cada
año.
Recorrimos
la torre en compañía del señor ministro, don Eduardo Alberto Macchiavelli, y
sus colaboradores inmediatos, así como del señor director del Museo de la
Ciudad, don Ricardo Pinal Villanueva, y fuimos atendidos e informados por el
personal que cuida de la misma y los técnicos que atienden al imponente
conjunto de campanas con que se anuncian las horas, las medias y los cuartos de
hora que vemos reflejados a través de los cuatro enormes cuadrantes ubicados en
los costados de la parte superior de la torre.
Fue un
momento realmente inolvidable, porque más allá de los señores funcionarios y el
personal que atiende y cuida de la Torre éramos de alguna manera los únicos
"extraños", lo cual nos llevó también a valorar inmensamente el estar
presentes, no sólo por el hecho de poder conocer el interior de ese emblemático
monumento, sino también porque la fecha en sí, 12 de agosto, nos llevó a soñar
que así como representábamos en ese momento a los PVO también lo estábamos
haciendo en nombre del resto de los argentinos, rindiendo homenaje en su día a
aquellos bravos que al mando de don Santiago de Liniers, uniformados o no,
blancos y negros, hombres, mujeres y niños enfrentaron heroicamente a esa
primera agresión que nos llegó desde la lejana y voraz Albión.
Recordemos
que la torre en cuestión fue, por su imponencia, el más importante de los
monumentos con que las colectividades de distintos países homenajearon a
nuestro país en ocasión de celebrarse los 100 años del grito de libertad del 25
de mayo de 1810.
Obviamente,
su construcción fue costeada por la ya acriollada colectividad e británica de
aquel tiempo, y recién se la pudo terminar en 1916, inaugurándola el 24 de mayo
de ese año, cuando nadie podía llegar a suponer que algún día desde su altura
íbamos a tener a la vista el Cenotafio levantado en Plaza San Martín en
homenaje a nuestros héroes caídos en aire, mar y tierra durante la Gesta de
Malvinas.
Pudimos
apreciar en nuestra visita que se está planificando la puesta en valor interna
de la torre aprovechando cada uno de los pisos de la misma (el moderno ascensor
llega hasta el sexto, y a partir de allí se sigue hasta los niveles en que se
encuentran las campanas del carillón por escaleras de tipo marinero).
Seguramente
cuando se habiliten al público los demás niveles las visitas a la Torre de los
Ingleses se verán enriquecidas por información relacionada con su significado,
su construcción y su condición de hito arquitectónico de nuestra ciudad.